Apoyada la cara en el cristal de las cosas
que forman parte de mi existencia
porque las veo a diario,
y el resto del tiempo intentando olvidar
que me sienta más viejo de lo que llegó a ser mi padre.
Alguna vez me da por pensar
que cada día amanece tiempo sobrado para todo,
sin embargo me paso el día buscándote
en lo que no tiene remedio,
esos sentimientos que traen la amargura de la mano.
Ni siquiera el amor me convierte ahora en héroe.
Te diría eso y luego que sería una pena
que no lo fuese. Estaría así solo
y más bien lo contrario. Sólo si lograra creerme.
Pero para hacerlo tendría que ignorar lo irrecuperable.
Te miro, a mí mismo como si mirara entonces,
la frontera que nos separa del resto del mundo,
la injusticia que no sé reparar. Algunas frases
sin demasiado sentido deambulan en mis sueños.
Tu presencia, firme, en esquivo silencio.
Estoy a tu lado, pero a tu lado no hay nadie.
Regreso al pasado, vivo lo vivido sin cambiar un gesto.
Poco puedo hacer si la luz de la concordia sólo brilla
en mis mañanas. Si la culpa sólo a mí
me pide cuentas. Y la pena.
(de "Borrón y cuenta ajena", 2009)
En primer lugar, admiro esos olivares que tan bien muestras en tu foto. Cada vez que paso por Jaen me llena de admiración ver cómo se pierden en la lejanía las oscuras líneas de olivos sembrando la sierra de lunares.
ResponderEliminarTu poema es muy triste, amigo, se respira la soledad, se nota que el protagonista vive del recuerdo y se culpa de ello. La vida es la suma de nuestros actos, pero también influyen y mucho las personas y circunstacias que nos rodean. No hay que cargar con todo, amigo, cada cual lleve su parte. Un abrazo
Muy buen verso, para mí, el cristal de las cosas, y bien expresada la pena sentida por esa dudosa luz de concordia, por el paso de la vida.
ResponderEliminarYa soy seguidor tuyp.
Saludos blogueros, Juan
...animo JUAN solo se sabe lo que se sabe vivido
ResponderEliminary en eso nadie puede entrar,un fuerte abrazo :
j.r.
La relación con mi padre siempre fue amor-odio pero normal en cierto sentido entre dos personas cortadas con un hacha. Qué podríamos echarnos en cara. Pero sin querer el recuerdo roe en lo que fue y pudo haber sido.
ResponderEliminarLos olivares, Juan, son nuestro oro, y que ahora vienen a ser -como todo- lo que c. el moro.
Un abrazo
Transparencia cotidiana, Jose Antonio, y los recuerdos tan delante de los ojos, tan cerca y donde ya no pueden ni tocarse.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay versos que estallan sin quitarles la espoleta.
ResponderEliminarSentimientos muy personales que tienen vida propia y sentido.
Un abrazo, amigo Jose