No es casualidad la calle que lee
cada día miradas de deseo.
El azar no existe en lo atraído.
Ni el instinto que acerca
espejismos
que no huyen por imposibles.
Soñarnos y soñar despiertos
como cielos que no se alcanzan.
En no ser yendo ciegos en pos
de lo que es así uno mismo:
impulso, horizonte, principio.
Nadies crecidos que nadie sabe.
Formas en su yo interrumpido.
Soledades al cuidado de sus
peligros.