Lo
que el alma duele
lo
sabe soñar,
que
no respira. La sombra
de
tu luz es inmortal,
la
fuente de toda derrota,
de
aquello que hizo vivir,
morir
mejor, y andar tus ojos
para
siempre. Se desprende
el
modo de hablarte,
de
verte,
¿y
adonde, fuera de mí?
Contra
el olvido mi dolor,
y
tú, en cambio,
acaso,
no
estar.
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