Luzco
en flor el sentir aceitunero,
tesoro
de un rincón de Andalucía,
el
olivo es un alma que me guía,
soy
en su cuerpo siempre compañero.
Cada
año late fiel al mundo entero
su
verde corazón en mi poesía,
la
sensación fugaz del día a día,
mi
voz tendida al sol con aire obrero.
De
adentros vuelve a ser la hoja desnuda,
de
la lluvia o la sed más inclemente,
mi
regreso aún sigue puesto en duda
si
mi mundo está en paro en otro frente,
la
ausencia dejaría a mi alma muda,
no
es lo mismo sentirlo a que lo invente.
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