Quizá
lo más hermoso que te escriba,
acaso
otro poema más de tantos,
mi
voz siempre hacia ti peñas arriba,
versando
entre alegrías y quebrantos.
Puede
que sea mar lo repetido,
y
por el mismo azul navegue el cielo,
la
luz de nada nuevo en el oído
parezca
ser un sol de caramelo.
Incluso
sin nombrar nuestras palabras,
apenas
con saberse solo tuyo,
desiertos
ya cerró la sed que labras,
poemas
que al amor hicieron suyo.
Siendo
nada, tan solo, este poema,
quizá
presida todo como emblema.
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