Para
pensar
no
vine solo, ni para abrazar
paisajes
que pasan de mano en mano.
Mi
travieso corazón viene
de
arrancar raíces a cada tarde
y
suspirar por los huesos
de
cada mañana, a atar
la
sombra de todo un universo,
a
escribir para nacer
de
una pequeña luz: la del mar
de
un beso, la tierra de una mirada
silenciosa,
el lento vuelo de una voz.
Desierta
la mirada, fría y muda,
en
el último cajón de Así he sido,
absorta
y perdida
en
el barco de una botella,
cuando
soñaba contigo
lejos
aún de las islas perdidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario