El
dolor regresa en frío,
con
poca fuerza a la vista,
nos
asalta el interior
y
otra vez nos desvalija,
pronto
aprieta donde duele
porque
es su razón de vida,
desde
principios imberbes
a
su rol de plata fina.
No
va por abecedario,
no
nos tiene en una lista,
llega
con los pies descalzos
y
jamás a una hora fija,
los
órganos en el bombo,
los
juega a la lotería,
toca
el gordo o la pedrea
o
nos deja sin camisa,
indigentes
bajo el puente
de
la suerte más maligna.
Y
no se libra ni Dios,
antes
o después visita,
a
unos les da con el mazo,
a
otros les hace cosquillas,
y
ajeno, también provoca
que
nos caiga el mundo encima.
Es
un poco porculero,
cambia
de nombre de pila,
su
rostro es el más temido,
es
notarlo y nos domina,
y
no acepta nada a cambio,
ni
dinero ni una finca,
él
trabaja porque sí,
en
lo suyo es un artista,
hace
genial la puñeta,
de
remedio una pastilla.
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