Son las mismas piezas,
y mi única ayuda,
las mismas cifras,
los mismos abismos,
el mismo océano interior.
Vagar a uno mismo,
y a la orilla, de pez.
Se revuelve
una luz del hombre
y dicta a no saber:
forja, blande, envaina,
sé todo aquel
que el poeta pueda decir.
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