No hay sitio
por lugares de nadie
con instantes en cada
esquina.
No hay sitio
donde leer a solas
algunas sangres del alma
y menos de corazones
con amores de puntillas.
No hay sitio
donde beber una llaga
o comerte una sombra.
No hay sitio
que un verso celebre
ser voz de tu voz
en la ruina del respiro,
donde comparta el aire
por los cielos de la sed.
No hay sitio
donde apretar un pedazo
infinito
de padecer, en una mano
que besa o una espalda
en su revés. No hay sitio
si sale la ciudad
donde huye la ternura,
y la lluvia rara vez
envuelve su secreto.
No hay sitio
donde matar la luz
si la noche es otra boca
que desuella la piedra.
No hay sitio
donde saciar la mudez
escuchando en la ceguera
a toda voz que pase.
No hay sitio encendido
que barra el universo
y siga bajo tierra diciendo:
no hay nadie y nada pregunta
por qué.
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