Se desordena el ahora,
todo lo que viene después,
y ya no se puede hacer nada.
La vida cuenta donde vive
y no distingue las señales
de dar por hecho y estar
seguro,
y qué decir de ser lo
único.
Así llega otro mundo que
ver,
otro ser donde se es,
y ya no se puede hacer nada.
Al recorrer a media voz
el futuro conocido
cuantas cosas caen encima
con estupor, cuando dice,
escucha tembloroso la parte
más ajena e irrefrenable.
Basta lo que siempre se ha
deseado,
humedecer la mirada precisa,
y ya no se puede hacer nada.
Se va encontrando en
pequeñas dosis
al silencio, al azar
a alguien caminando,
una rama caída, un volver a
mirar
un gesto, una mano helada,
un sueño por dentro, la
vida de verdad,
y no, ya no,
ya no se puede hacer nada.
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