No me desvela qué busca la
tarde
vestida de horizontes a la
espera,
en la distancia un nuevo
hacia ti arde,
un beso, una mirada o su
quimera.
No hay orden ni lugar que me
acobarde,
siempre es la solitaria voz
cualquiera,
bajo el sol en la sombra que
nos guarde,
la que llena de luz tanta
barrera.
Como si no existiera nada
nuestro,
ni la vida que tiene otro
sentido,
por cada calle estrecha voy
despacio
y a tus raíces blancas fiel
me muestro
solo haciendo de amor un
leve ruido,
así a veces me mezo en su
prefacio.
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