No
se ponen de acuerdo. Una piensa una cosa y el otro otra. Si una dice
pito el otro gorgorito.
Pero
se llevan muy bien, los ratos que están bien. Y será porque se
quieren, aunque ella jura y perjura que no, que no, que no, que no.
Casi
tres años juntos, dos viéndose, pe
ro poco, y sí hablando con compulsa periodicidad, horas y horas de unitaria zalamería, o de compartida y efusiva disparidad. Con palabras tan sueltas a adioses para siempre como atadas a la luz de quisiera: quisiera que fueses asi, quisiera que fueses asao...
ro poco, y sí hablando con compulsa periodicidad, horas y horas de unitaria zalamería, o de compartida y efusiva disparidad. Con palabras tan sueltas a adioses para siempre como atadas a la luz de quisiera: quisiera que fueses asi, quisiera que fueses asao...
La
verdad es una, son únicos, y no se rompe su relación porque sería
una aberración. Una relación complicada, tortuosa, una relación
maravillosa.
La
otra noche, tras un largo arresto de besos y de cerrojo, claro, al
resto del cuerpo, se besaron.
Y
regresó el verde a los destinos, a ese cruce donde oxigenarse. Y
volvió el temblor a los ojos prisioneros, mas cuando al cogerse la
mano ésta tiró de hilos del pasado, de madejas de inmensa ternura.
- Sofi, cariño, nuestra historia es preciosa
- Palabras, solo palabras, mentiras, todo mentiras -susurró ella antes de empujar sus labios a otro beso- me haces mucho daño, mucho sufrir, Felipe
- Anda ya, chiquilla, ¿por qué?
- Tú vas a tu bola, yo no te importo nada, a mí no me tratas más así
Ella
vuelve a participar en otro beso, pero ya recula al gesto de enfado
por algún mal recuerdo.
- Acaso dudas que te quiero, corazón mío?
- No, no es eso, pero me desconciertas, no siempre lo demuestras, y para mí el amor es todo y pleno
- No siempre que quiero puedo
- ¡¡Tururú!!
Forcejean
tiernamente.
- Pero si no me dejas ni tocarte -le espetó Felipe si soltar su mano
- Es que no quiero nada contigo, ni tenemos nada, que aún no te has enterado. Así que de eso te olvidas
Felipe
la adora, quiere de su modo de ser hasta el ardor de su enfado,
porque ya sabe qué hay detrás. Ya ha saltado muchas veces la linde
a su boca, a su abrazo, algunas a la desnudez de su sangre, y sabe
que esta ruta aciaga de tiempo muerto es la lógica por no sentirse
prioritaria, sino solo amor cuando deviene, aunque ella lo llame
conviene.
- Mira Felipe, tu Sofi solo para cuando te viene bien, y cuando no a la mierda
- Que no, cariño -se desespera Felipe
- Pues sabes, así no. Tú sigue a tu bola, y desde ahora tú tu vida y yo la mía
- Pero Sofi, cariño
- ¡Ni cariño, ni cariña!
Y
de un tirón se suelta y se funde a las sombras de la calle.
Felipe
se queda muerto, pensando en el, de nuevo, longevo camino al
equilibrio en la balanza, en que vuelva este paso atrás a retomar la
mano a la palabra.
Yo
solo sé lo que ellos me cuentan y estoy con Felipe en que es una
hermosa historia, de esas que no hay, de las que nacen debajo de la
tierra y todo es parte de su savia.
Un
amor desde la infancia, ya que el verdadero ha de sentirse primero
niño. Pleno, pero al tiempo intermitente, continuos albas de días
sin conciencia, renegando de la espera. Un amor que así anida
sombras, si decepciona cada ausencia, cada promesa rota por el aire
distraído, por la triste oscuridad de ser, por cada deseo no
respetado al sentirse arrasado por el adiós, por el palmear de lo
imposible, o simplemente por una tozuda sinrazón. Pero un amor que,
derramado en el tiempo, sería eterno. Y lo saben. Y por eso vuelven
a hablarse.
- Deseo verte, Sofía
- Ja, ja, ja, ¿para qué?
- Necesito verte, alma mía
- Cuando puedes no quieres
- No es así
- Adiós Felipe
Felipe
se queda absorto mirando el móvil. Un calco de mil veces.
Busca
una foto de ella y la besa. Pone pasión porque es lo que siente. La
besa varias veces antes de escribir un hola abocado a la espera.
Pero
ella no tarda en contestar. Y hablan, hablan largo rato, bien y de
otras cosas, del día a día, hasta que acaba como siempre, con un
beso de él y pocas veces devuelto, aunque sí un adiós muy repetido
y sentido, un adiós como un hasta luego y que no tarde.
"El que espera desespera", pero en el amor todo merece la pena.
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