Ya estamos en campaña electoral para los comicios locales del mes de mayo. Una campaña desangelada, falta de la mínima ilusión para los votantes, según mi personal opinión.
Ya están en los puntos estratégicos los carteles con algunas caras nuevas, otras repetidas, conocidas todas, junto a los mensajes de ánimo para una ciudad que pide algo, sea ya lo que sea, a gritos.
Esto, está claro, sólo lo arreglan los políticos, aunque sea a más alta escala.
Y en lo local todo está supeditado a lo que reciban, o sea que sus promesas serán firmes de planteamiento pero absolutamente volátiles, o al menos inestables de ejecución. Y pongo como burdo ejemplo que yo prometa a mi mujer el construirnos una bonita casa si me toca, por caso, la primitiva.
Las elecciones locales son necesarias, es lógico, ha llegado la hora de convocarlas; yo iré a votar y pido a la gente que vote, que no se abstenga ya que eso no sirve para nada. Votar en cambio quizá tampoco. Así que, ante la duda, decido el voto.
Hoy en día, tal cual estamos, es duro vivir, tirar del día a día, y, aunque algunos esbocen una sonrisa, imagino que también ser político.
Y por Bailén, para que gane Bailén, porque sobran razones, porque Bailén es lo primero, debemos elegir, y luego –como nos toca hacer a todos- que ese palo aguante su vela.
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