Son
las torres de tu nombre
las
esperas en el tiempo
a
lo, si cabe, más grande.
Mi
hombre alrededor
de
lo que no pueda olvidarte,
donde
la ruptura sea solo por amor,
su
cielo todo fundamento.
Mi
corazón contra el mundo.
Su
vértigo desciende a lo construido,
y
no hay preguntas, excepto tú,
la
indecible explicación,
lo
que no necesito saber.
Imágenes,
brillos, urgencias de la sangre
de
la planta a la cabeza. Y
su
secreta e inapelable sentencia:
Desalojo,
vejez de mandamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario