Nos
amamos sin hacer ruido.
Las
mariposas, afuera, son temblores.
En
las cabezas ni un pájaro, ni una nube.
En
los ojos los corazones a la vez.
Pide
tiempo alguna nota indecisa.
Pero
crujen los huesos apretados.
Y
los besos hacen noche entre mejilla
y
mejilla. En el secreto deja espacio libre
la
inocencia. De nuestro niños
solo
conservamos que siempre dicen la verdad.
Y
su gracia y ternura.
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