Me esperas siempre despierta
al otro lado,
dispuesta a atravesar la pared
si no te abro la ventana.
Me esperas sentada en las horas rotas,
tras los días de selva que ya no admiten milagros,
me esperas asomada a otra hoja
que no puede ser escrita,
alejada de todo lo dicho,
donde nada crece prisionero
salvo el deseo,
donde nada puede arreglarse
salvo la noche.
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