No es tarea fácil tirar del carro en estos momentos, incluso para los que no les haya atizado de lleno la crisis.
Carro que, a pesar de tanta tecnología, sigue siendo el de siempre, tosco, de ruedas y caja de madera, pesado, lleno de cachivaches, de personas a cargo del burro sufridor que tira de él que no es otro que el cabeza, o cabezas, de familia.
Carro que no tiene problemas de mantenimiento. No tiene luces, ni neumáticos, ni pasa revisiones periódicas, ni
Carro que un buen día fue un regalo lleno de alegría, de futuro, de nuevos horizontes; cosas que no pesaban y le hacían correr como a un galgo.
Carro que hoy, y debido a pesos propios, a pesos superfluos y ajenos, está clavado en la tierra hasta el eje y aunque tiran todos, incluso abuelitos y enfermos, sigue adelante a duras penas y a qué precio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario