juanitorisuelorente -

jueves, 19 de enero de 2017

POETAS

(Imagen de la red)


















Los poetas (me cuento) somos una gran familia 

en la que todos somo hijos únicos. Para cada 

uno todo el cariño, para cada uno toda 

herencia, ser de los dioses.

La humildad vuela bajo y suele llevar en sus 

alas: No soy poeta, soy aprendiz, escribo por 

afición, cualquiera lo hace mejor que yo, como 

común modo de auto flagelarse dulcemente.

Los poetas somos una gran familia en la que 

casi todos tenemos un libro en la mano, pero 

solo para su venta, aunque hagamos poses 

receptivas. En la afinidad está la excepción o el 

intercambio, raras veces en la calidad del 

escrito, ya que para eso está el nuestro.

Una gran familia de buena gente, buenos 

amigos, que se reúnen, recitan, hacen 

(hacemos) de la poesía un latir de corazones 

que van esculpiendo su historia por los 

caminos del mundo.

Familia sin raíces en la propia familia, como 

árboles de un paisaje sobre el mar, como hojas 

que van cayendo y crujen al ser cubiertas por 

otras hojas.

Todos de otoño, y sobre nubes con cara de Dios.

Familia donde perderse, o escalar en la cima 

del deseo, todo lo que consiga no arrancarnos 

los ojos, que el infinito tenga el privilegio de 

leernos para entrar en nuestro propio reino de 

la inmortalidad.



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