Pepe
deslizó la mano desde el hombro a los pechos de Lola, y los acarició
con la grata sensación de no haberlos acariciado nunca. Era otra
mujer y todo era nuevo para él, incluso sus ojos. A ellos dirigió
los suyos para clavarlos y responder a la pregunta que acababa de
hacerle, ¿qué sientes por mí?
- Mi vida, estoy enamorado de ti...
Se
besaron. Su primer beso. Y lo adornaron extendiendo su humedad a los
rostros.
- Te voy a hacer el amor como nunca te lo ha hecho el idiota de tu marido – bramó Pepe excitado como ya no recordaba
- ¿Quién, el pichi-corto? - rió ella
Pepe
se vino abajo.
- ¡Lola, hija, ende luego....contigo solo pan y cebolla!
- Jeje, no te enfades, me ha salido sin querer – seguía riendo sin poder controlarse
Pepe
desespera.
- ¿No quedamos que lo haríamos como si no nos conociéramos de nada?
- Sí, pero hoy me duele la cabeza...mañana, cariño...si hay más días que ollas
Pepe
ruge.
- La madre que me parió...¡para un polvo que íbamos a echar en condiciones!
- Mañana...mañana, tengo sueño, duérmete, anda
- ¡Cualquier día tendré un lío con otra, ya verás! - susurró Pepe en un último intento
Lola
se giró como un gato, y dijo muy seria:
- Si lo haces te la corto...
Luego
volvió a reír.
- Ya, ya, tú hoy con la tijera...pichi-corto...te la corto...¿y con esas tetas que te llegan al ombligo, qué hacemos?
- Vamos, tonto, duerme, verás como mañana te gustan
- Mañana...mañana
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