De tantos como hablan
alguno acabará de decir
para su propio deleite:
“Lo que te acabo de contarte es un secreto
y no se lo digas a nadie”.
Por si hay alguien que aún no lo sepa.
Yo los entiendo.
Un secreto es un muro de silencio
que acumula voces que sisean
hasta la última palabra de lo que pasa
a otras voces que van y vienen.
Se cuentan secretos al mundo
para probar su confianza,
a amigos tan prudentes como uno mismo
que sólo lo cuentan pero sin pensar
y solo a otro que no lo va a decir.
Andan los secretos con suelas sucias
y lenguas crecidas, cargados de rimel
y labios muy pintados, también
con olor a bar y tabaco –ya menos-,
para llamar la atención,
secretos de toda la vida
que sólo se cuentan en secreto,
que saltan de mundo íntimo a mundo
íntimo, y a nadie ajeno.
Para eso son secretos.
Yo, no hace mucho, conté el último
cuando ya me quemaba dentro.
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