“Soy el jefe y aquí mando yo” sería una frase correcta si el tono no rozase el grito y la intención no elevara al jerifalte a la categoría de monstruo en vía de pisar a un gusano.
La autoridad es un derecho del jefe y la escala de valores que le ofrece infinita. Queda pues a su buen criterio o memez andar del color blanco al gris –soportable- o al negro –negrero- o pasar la triste barrera que conduce al nivel rojo –hijodeputa-.
Situaciones creadas que, positivas, pronto hayan el advenimiento general y en teoría –del nivel blanco transparente se abusa- se lo premian con esa alegría de estar que resalta en modo productivo, o, en caso negativo, va derivando, por la tensión, el malestar, el sinsentido, a un paulatino enfrentamiento –en la sombra- y que sólo provoca el producir lo justo, y menos.
Las dos frases favoritas del dictador:
1.- “Tú no eres aquí nadie”. Ésta es un insulto que les pone sobre la mesa un espejo donde deberían ver la clara evidencia de quién es de verdad nadie para decir eso a nadie.
2.- “Si te interesa bien y si no ya sabes” . Mucho más común, este es otro insulto que normalmente va dirigido a los pollos del corral y nunca al gallo.
Mundo de Yupi, de padrino, de señorita Rotelmeyer para demasiado déspota, tirano, dios de pacotilla, y tiempo aciago –por la crisis- para la frase favorita, “métete la empresa por el culo”, de los que han de seguir soñando con el día de dar un puñetazo en la mesa.
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