Recuerdo las manos de encender el día,
la voz fácil de dibujar motivos,
la sonrisa fértil de parir sonrisas.
Recuerdo el bosque del mundo herido,
al tiempo colgado en algún armario bajo llave,
las lindes del cuerpo siendo espacios con holgura.
Recuerdo lo corta que era la distancia,
al afán de ser que no sabía esconderse dentro,
al saber estar donde nadie sabría encontrarse.
Recuerdo la energía, la gana, habitándome,
el luego, el para mañana siempre cerrado,
de cómo las ideas, la fe, comían tierra.
(de "Perro viejo")
Hermosos recuerdos amigo Juan, que yo también añoro, pero que tenemos que aceptar.
ResponderEliminarHoy, al menos yo, el luego o el para mañana, está más abierto que nunca.-
Cuídate.- Un abrazopoeta
Pasados los cincuenta, Antonio, en activo -por suerte, siempre lo digo-, y en un trabajo de trabajos -aqui los constructores hemos de ser especialistas de todos los trabajos que conlleva una obra- sólo hecho en falta la gana de hacer las cosas tantas veces repetidas y ocultas.
ResponderEliminarRevestir, crear, no me cansa pero para llegar a eso hay que pasar por lo "otro".
Qué remedio.
Un abrazo.