DESDE SIEMPRE
Ni tú ni yo nos miramos a tenernos,
sin embargo nos miramos –miradas
fugaces o clavadas, de reojo, o a su aire
lejanas, sin llegar a enredarse-,
quizá insistiendo en preguntarnos qué
nos miramos, por qué miramos a ver,
qué busca ver de mirarse.
Nunca pienso en ti de un modo distinto
que no sea sólo pensar en ti, como se piensa
en un innecesario amor, en el constante
deseo que incita a crear una historia
sin el mínimo interés en crear dicha historia.
Ni siquiera nos perdimos de vista
henchidos, tan llenos. ¿Nunca,
ni en lo más alejado que se sepa?
Nada que no se disuelve
ha de llamarse al menos nada.
Nada que sea al menos
lo que nada sigue siendo.
Nada como nombre sin nombre de nada.
(de "Islas")
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