SIN RENCOR
En hacer tú todos los días lo mismo,
en hacer yo todos los días lo mismo,
-aunque ni tú ni yo hagamos cada día
lo mismo-
hay una dura consecuencia.
Tus manos en mis manos logran ser
tus manos, tu cuerpo caído un cuerpo
no derrotado;
tú mismo, y hundido.
Mientras, casi olvidados, me miran
tus ojos desde ayeres mudos -momentos
extraños que saben olvidar su pérdida-,
mientras sólo tu boca vuelve a ser aquella,
ésta misma cosa. ¿No es ya nunca sólo
daño y una solitaria pregunta?.
El tiempo deshace horrores, destruye
fortalezas con nada, logra que se salten
abismos de nunca jamás.
El tiempo y las miradas del alma.
(de "Islas")
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