Algo
inmenso les separa
que
al mismo tiempo les une,
si
a los peldaños del hecho
no
toda palabra sube
pero
guarda el corazón
siempre
arrestos que le empujen.
En
íntima soledad
cuando
lo amargo la cubre,
sin
dejarse seducir
por
las miradas azules,
ni
presta atención a un beso
aunque
el deseo la inunde.
Inmenso,
como las horas
que
pasan entre las nubes
edificando
momentos
que
tan naturales fluyen
con
las alas en los ojos
que
de tan alto presumen
siguiendo
la voz del mar
donde
el tiempo las acune.
Y
pronto ese lado oscuro
con
su sabor agridulce
va
tirando de memoria
cuando
el desengaño surge,
y
no sirven las palabras
ni
el amor que tanto urden,
sino
el hecho repentino
que
les trae otro derrumbe.
Amor
de la vieja escuela,
la
de instantes sin costumbre,
de
ser de primera vez
hasta
en calores de octubre,
de
sentirse prisioneros
cuando
verse se interrumpe.
Por
eso se exigen todo,
sin
mentiras que lo enturbien,
por
eso todo se dan,
el
placer o lo que sufren.
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