Pueblan
el mar las voces que se pierden,
quedan
del corazón a la deriva
si
al alma de la sangre solo muerden.
Y
no guardan rencor ni sed cautiva
si
ser huella es apenas irrisoria
porque
el daño es mayor cuando se aviva.
Sin
embargo son carne de memoria
como
absurdo sentir por uno mismo
que
asola sin pudor años de gloria.
Di,
¿qué ha quedado en pie tras el abismo?,
¿acaso
se merece esta condena
esta
muestra falaz de tu egoísmo?
Triste
alumbra la sed que lo cercena
si
así sació los ojos del instante
y
al fin no mereció nada la pena.
¿Sabes?,
ser lleva el rostro por delante,
que
no es nadie adalid de lo perfecto
y
asumir un error es lo importante,
que
en la vida ni Dios camina recto,
los
sueños son encuentros con las hadas
y
a todos falla el rol de lo intelecto.
Ahora
están a muerte condenadas
las
vidas que a tu culpa corresponden
y
algunas ya te afilan sus espadas.
A
veces soy del sol donde se esconden
nuestras
viejas miradas al futuro
que
ni niños de nuevo nos responden.
Y
a pesar del desastre te aseguro
que
quisiera borrar ríos de años,
sentir
el interior como antes, puro.
Y
soñar que renazcan los redaños
e
igualen nuestra sangre solo un poco,
no
vuelvan por destinos tan extraños.
Pero
sueños al fin son los que evoco
que
el viento no es puntal de tu relente
si
nunca resoplar te volvió loco.
Son
extraños los hilos a tu mente,
tu
silencio se vuelve arrabalero
si
viste como un mártir indigente.
Por
eso aunque apagar es lo que quiero
tú
aún sigues al ascua de la ruina
para
salir con arte a lo torero
como
un testigo fiel a su doctrina.
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