Continuamente asalto tu muro cristalino.
Tras él mueres quieto envejeciendo
y a mí me mata tanta vida.
Habitas un territorio de sombras sin ilusión,
un puerto de nubes negras con sol y mar de fondo,
juez ebrio de ti que condenas lo inocente.
A cubierto frenas mi cuerpo con tus manos
mientras mi mente corre los montes de tu oído.
(de "Perro viejo")
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