(Imagen de la red)
Amo
desabrocharte la camisa,
dar
un paso atrás agarrado a tu carne,
llenar
mi boca de mares de ojos,
naufragar
por tu cara
y
salvarme en tus labios.
Amo
sobrevivir en ti
con
la voz de mis manos
como
único recurso,
desnudando
tu árbol, y mordiendo
hasta
tu más ínfimo suspiro.
Amo
adentrarme en tu manantial
de
espejos, donde cada gesto
exhibe
adentros, oprime más el abrazo,
acaba
dibujando vida en los silencios.
Amo
luego ser luna en tu piel,
dulce
nana,
niño
sabio, tu horizonte,
tu
hombre,
tu
poesía.
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