Algo pasa. Junto al
infortunio
de lo anónimo, la amenaza
cómplice del desasosiego,
donde la vida despoja de ti.
Mece el sopor obsesivo
con mimo a la pobreza
y olvida a la memoria que
fragua
paraísos con tu nombre.
Bajo la piel las raíces
de nosotros, afuera
todo un bosque solitario,
y no es justo. Por el hambre
comienza el olvido, con mil
besos de ser entre lo dedos.
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