Fuera
sigue haciendo ruido
el
norte de la palabra
con
la memoria rendida
y
de espaldas al mañana.
Nos
consuela deshojarnos
mientras
los ojos nos bailan,
en
ese juego de instantes
que
entre los vertes proclaman:
que
se muere el corazón,
y
en la rosa se desangran
los
silencios del abrazo
y
tantos besos del alma.
¡Abajos
de plenitud!
¡Surcos
donde vuela el agua!
¡El
río sobre las piedras!
¡Mil
versos de arena y paja!
No
nos paran de crecer
las
edades de las alas
y
los cielos que soportan
a
los pájaros de plata,
si
por el mar no anda el sol
que
tan de boca te ama,
si
sigue como un planeta
girando
en la puerta falsa.
¿Habrá
niños en la yerba
con
las mudeces atadas?
¿Llegará
una mano verde
a
volverse luz y casa?
¡Campos
con la fe dormida!
¡Noches
por la gruta blanca!
¡El
temblor que sabe a hueso!
¡Los
sueños sin una carta!
En
las esperas de madre
nos
untan de miel las zanjas,
y
el castillo de ceguera
nos
teje a pico y a pala
la
raíz del universo,
la
desnudez de una lágrima.
Y
acaso la desventura
se
baña ya en agua clara,
con
los colores naciendo
y
la ternura en las ramas.
Acasos
del mismo idioma
sin
los caminos de tablas,
los abrazos a la lluvia
sin los hilos como espadas.
los abrazos a la lluvia
sin los hilos como espadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario