No
habrá un futuro blanco
que
logre hechizarme tanto,
llámese
deseo
sabio o pretencioso,
me
haga más libre o rutinario.
No
sé.
No
tuve
piel
ni siquiera
tras
el mar,
ni
voz savia, hoja, árbol,
de
mis versos,
hasta
verte en mi infancia
a
la manera que el mendigo
regresa
a la certeza.
Jo.
Y
puede ser desierto o catarata,
pensamiento
o pura vida
-puesto
a soñar-,
el
lenguaje indefinido,
imprevisible,
del
rescoldo que, además,
atiende
a la lluvia,
que
amaría el humo
embriagado
a sus hilos,
su
ebria noche, y andaría,
¡uff!,
el
llegar a ser
de
llegar a ti,
o
sea...
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