Los reyes de aquí se fueron
y
quedaron los de siempre,
con
el orgullo en la cumbre
por
ganarle a los franceses.
Cada
uno vuelve a su sitio
arremangado
en sus trece,
venciendo
para lo suyo
al
fulano que se tercie,
vistiendo
de cobardía
a
la historia del presente.
Tiramos
de hemeroteca
y
la sangre no se mueve,
no
luchamos contra el viento,
contra
el futuro que asedie,
no
nos partimos el alma
por
legar un campo verde,
vivimos
agazapados
como
simples descendientes
del
gran hito en la memoria
con
la máscara del héroe.
En
la paz de nuestro nombre
todas
las luchas se pierden,
con
los oficios sin aire,
dentro
de cuatro paredes,
patrones
del día a día
hacia
un mañana indigente.
Pero
el lema era el apaño:
"El
que venga atrás que arree".
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