Por
su corazón abierto
amarás
este poema,
sin
la sangre que te nombra,
sin
latidos que te besan.
No
pretende ser un hito,
ni
de los otros bandera,
sino
apenas uña y carne,
tú
y yo grabado en piedra.
Un
poema sin la piel
que
a los instantes se aferra,
porque
dice sin decir,
porque
insiste en ser estela,
por
clavarse entre tus ojos
y
decirte, amor, a tientas.
Habrá
miles como avales
siendo
espejo a tu belleza,
mas
te falta el que no tiene
un
gran beso ni siquiera,
ni
la orilla de un te quiero,
ni
volar bajo la tierra,
y
sí el temblor que desgarra
los
misterios de la ausencia,
el
futuro que descalza
el
umbral del alma vieja.
Un
poema que acompañe
a
la luz de la certeza
hacia
los mares del viento,
hacia
las olas de hierba.
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