(1)
Tan
desierto donde llueve
sin
atisbo de tu mano,
de
encefalograma plano
el
azul de un mar de nieve.
Tan
agreste y sin relieve
tanta
voz de pelo cano,
con
la vida al modo vano
si
el amor ni la conmueve.
Voz
mecida en la patraña
por
sentirte muy de lejos,
tan
hundida en tus raíces
como
abierta a la guadaña,
voz
de mis silencios viejos
que
ya piden ser felices.
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