Hubo
en su alma momentos de colores,
el
corazón que mueve a ser del mundo,
sensaciones
danzando entre las flores,
si
florecía a mano lo profundo.
Tuvo
pleno el poder que en la inocencia
nace
confiando en ser de sueño eterno,
tan
firmes los pilares de la esencia.
Y
era voz que abrazaba en el invierno
con
la sangre explorando el modo tierno.
Como
un tiempo sin noches por el hambre.
Pero
la sed aleja la mirada,
sin
una explicación huye a la nada.
Así,
tanto de un aire sempiterno,
llega
a ser de un sabor tan infecundo
que
hace viento que sopla hacia en infierno.
El
silencio renace vagabundo
y
a pesar de que abaten lso temblores
ya
no hay pasos atrás en lo rotundo
si
el porqué no responde a los errores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario