La
catarata inmortal
del
río de nuestros pasos
vuela
ciega hacia lo hondo
cuando
son de ti mis labios.
Todo
vino de los ojos
que
renacían a diario,
la
voz que los germinaba
sobre
piedras y barrancos,
con
el tiempo en su caudal
dejando
de ser humano,
si
las horas se nos pasan
sin
haberlas comenzado.
Todo
vino de sentir
en
las ondas de los charcos
un
rumor de caracola
al
rozarse nuestras manos,
porque
era parte del mar
hasta
la sed de mirarnos
y
rozaba el infinito
el
vagar por los tejados,
aunque
azotase el desierto
con
su corazón de barro,
se debía ser de azul
con
las miradas en blanco.
Todo
cambió tras la noche
que
versó como milagro,
con
el poder del silencio
por
los precoces presagios,
como
infancia que se expande
ya
sin poder evitarlo,
a
desnudar al destino
y
sus temblores extraños,
porque
aunque mucho se oponga
el
corazón es el amo.
Traen
días su locura,
otros
no tienen pasado,
bajo
la débil coraza
están
abiertos los brazos,
la
sangre no tiene miedo
y
sí la sombra del árbol,
cada
día son del aire
las
hojas que van pasando.
Te deseo un feliz 2018 lleno de poesía. Un abrazo.
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