En
la cumbre del milagro
regalo es ya tu cuerpo,
ver
la camisa arrugada
que
cayó desde tu pecho,
del
primer color de cien
que
sustenta el universo.
Y
regalo son los labios
que
hacen algo en mí primero,
o
enredados a los míos
como
nunca he visto un beso.
¿Y
apretar tu corazón
hasta
que se asfixia el viento?
Ainss,
regalo es ya la rosa
donde
aletean mis dedos
sin
la ayuda de los ojos
ni
de los mares del tiempo,
pero
queda como instante
en
los hitos de lo tierno.
Y
regalo son lugares
con
el sello de un te quiero,
tras
cada beso fugaz
o
los hondos más intensos,
sensaciones
que me acercan
cada
imagen del recuerdo,
y
las respiro una a una
ahora
sin tantos miedos.
Lugares
que, en su sigilo,
guardan
tanto donde el fuego
que
se evaporan sus alas
y
nunca verte en su espejo,
si
tu azul en sus entrañas
no
tiene en mis ojos techo
y
cuando paso sus hojas
sigue
el corazón latiendo.
Lugares
de ti y de mí
y
los mundos que cayeron.
Pero
vuelvo a tu mirada,
el
regalo más eterno,
desde
el poso de un café
en
un rostro sin aliento
hasta
ir siguiendo la luz
de
otra vida sin un sueño,
renaciendo
en un confín,
yo
naciendo en otro extremo,
lo
que a mí me hace soñar
y
es a ti seguir viviendo.
Es
regalo el día a día
que
nos pide, por ejemplo,
que
compartan los caminos
todo
su íntimo secreto
desde
el alba hasta el ocaso
en
todos sus ratos muertos,
por
colores de la voz
o
en lo gris de los silencios.
Y
regalo es entender
que
el amor es otro remo
y
no le vale decir
si
luego no firma el hecho.
Ainss,
que aunque sangre me cuesta,
con
lo firme por los suelos,
el
enfado de la mano
y
el abismo siempre abierto,
siempre
intento conseguir
que
el sentimiento arda entero,
de
nuevo sea del mar
por
si en algo te merezco,
porque
quiero anochecer
después
del último verso
en
la piel de otro poema
con
amaneceres nuevos,
aprender
a andar el aire
y
nadar por los momentos,
aunque
los cerquen las sombras,
aunque
nunca sean plenos,
para
tejer infinitos
con
las lindes de cemento,
ayudándote
a cruzar
por
los pasos más estrechos,
jamás
cerrando con llave
las
cicatrices de adentro,
porque
el regalo eres tú
y
a nuestra infancia me aferro.
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