De
nuevo un poema
que
el verso tiñe
de
triste plenitud, tan presentes
la
luz incandescente
de
la última tiniebla,
los
momentos armados
del
vivir que muere, del
sentir
que apaga la sangre
en
su caverna. Que acuña,
ojos
que se esfuman
de
la cumbre del agua, el brillo
de
los muros ciegos, una playa inerte,
otra
voz difusa, furtiva,
que
perece en la memoria.
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