Aquella tarde la mirada que insistió
en dibujarnos, hoy las manos
empeñadas en tatuarnos
burdos nombres en la arena.
Aquella tarde el deseo que desbordó
el pensamiento, hoy este espacio limitado,
dispuesto, que presiona nuestra necesidad
hasta ahogarnos hondamente.
Aquella tarde la sensación leve de un porqué
insospechado, hoy las sabias respuestas
que dos cuerpos letrados saben darnos.
Aquella tarde princesa, musa, sueño,
nadie, hoy crudo instante mancillado
que alivia la incertidumbre.
(2007)
El tiempo cambia todo y lo transmuta en desierto.
ResponderEliminarUn abrazo Juan
Sin amor no hay futuro. La fascinación por alguien a veces la despierta de un guantazo su desnudez, la cercanía.
ResponderEliminarUn abrazo Marian