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(Cosas de la edad)
Me haces viejo. En serio, sí, no te rías. Yo te veo igual, cargado de vida y de sueños, y yo no soy el mismo, lo sabes, si habrás visto flojear a mi ánimo según iba avanzando el día. Cuando estoy pleno te acaricio, doy donde tengo que dar, pero luego, ya has visto que andaba en una lucha conmigo mismo y en ti bullía sin ton ni son. Perdóname, por dar palos al olvido, por partirte sin querer vena tras vena,
Me haces viejo, y este año, curiosamente, soy el más viejo de la cuadrilla. Antonio me sigue a más de un lustro, y tras él brilla la lozanía. Experiencia, y vejez añadida, ante esa emulsión de sangre y ganas, que también sabes que no me falta.
En mi regreso ha vuelto a obrar la casualidad, y por qué no, mis deseos de verte. Tras la intensa lluvia, la eterna espera, me ha encantado afrentar a tu juventud, a tus hileras densas y desordenadas, a tu manto de fino verde, a tu rostro colorido, con el fruto abrazado a tu jugo, y que hemos de arrancarte a costa de encontrarme así, ahora, con dolores sin nombre fijo.
Me haces viejo, y este año, curiosamente, soy el más viejo de la cuadrilla. Antonio me sigue a más de un lustro, y tras él brilla la lozanía. Experiencia, y vejez añadida, ante esa emulsión de sangre y ganas, que también sabes que no me falta.
En mi regreso ha vuelto a obrar la casualidad, y por qué no, mis deseos de verte. Tras la intensa lluvia, la eterna espera, me ha encantado afrentar a tu juventud, a tus hileras densas y desordenadas, a tu manto de fino verde, a tu rostro colorido, con el fruto abrazado a tu jugo, y que hemos de arrancarte a costa de encontrarme así, ahora, con dolores sin nombre fijo.
Mañana remiten, los silencia el tiempo, también lo sabes. Y su silencio irá redactando mi disfrute. Mil y un encuentros sin sombra. Espero.
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