Yo
no espero algún regalo
que
no nazca de mi frente,
la
ayuda de quién mi nombre
poco
le va ni le viene.
Yo
no espero ni tambores,
palmaditas
ni laureles,
si
no escribo para obrar
ni
construyo con la mente.
Así
que no miro al cielo
por
si algún quizás me llueve,
que
no soy de letras grandes,
ni
ando de ríos y peces.
Yo
no confundo el mañana,
mi
pasión con lo celeste,
estoy
subido a mi almena,
la
de ser como se siente,
ni
más alto ni más bajo
que
mi uno seis siete,
ni
más lejos ni más cerca
que
llegar a donde llegue.
Y
por eso nada espero,
si
yo mismo soy mi suerte,
la
de hacer lo que me gusta
sin
el miedo a lo que piensen,
que
si gusta, bienvenido,
y
si no, el respeto siempre,
tanto
si no deja huella
o
si pinta el mar de verde.
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