Comenzaste
a nacer entre mis calles viejas,
como
crecen por dentro las cosas más complejas,
las
que a veces ocurren sin llegar a pensar.
Primero
una mirada, que insiste poco a poco
sin
preguntarme nada, qué sentimientos toco,
hasta
ser una luz que no puedo apagar.
/
En
la primera huella se mece el primer beso,
y
como instante azul quedó en el tiempo impreso.
Un
beso en la inocencia confusa del amor,
que
recorrió sin freno los hilos a tu boca
con
la sed tan descalza, con la sangre tan loca
que
le abrió los caminos a los sueños en flor.
//
Pronto
a tu corazón lo persiguen mis ojos,
que
acogen su aureola de piedra sin sonrojos.
Y
laten en mis manos, se funden a mi piel,
los
secretos que afloran y que lentos descienden
a
volar en mi boca: milagros que desprenden
sus
mundos infinitos, paraísos de miel.
///
Apenas
fue un destello bajo el peso del miedo,
mas
dejó, sin embargo, por los cielos su credo,
un
pensamiento obseso girando en su elixir,
tan
abrazado al tallo como al mar de las rosas,
lo
imposible de ser ante el sol de las cosas,
el
silencio más mudo por la voz de existir.
////
Y
cuando aulló el momento de tenerte en mis brazos
ya
había dibujado sus millones de trazos.
Primero
fue el esbozo de un abrazo de luz
entre
besos de huesos circundando la nada,
toda
un agua de vida con la voz conquistada,
compartiendo
el aliento de los cuerpos en cruz.
/////
Luego,
siendo el pilar del seno de tus labios,
me
adentro en las estrellas, los idiomas más sabios,
todo
un clamor de siglos que nunca sucedió,
siempre
un alud de fondo latiendo en los placeres
que
al fin puede ser niño, tan hundido en quién eres,
mientras
tus dientes muerden al mito que murió.
//////
Bebo
en tu desnudez hasta el sol más pequeño,
toda
gota que flota derramada en mi sueño.
Y
beso una y mil veces el volcán de tu voz,
acaricio
desiertos que incendian la ternura
celebrando
silencios de tan honda aventura,
aunque
cierres tu adentro si lo crees precoz.
///////
Como
primera vez siempre, la cumbre es verte,
pasear
toda espera disfrutando esa suerte,
sentirte
muy de cerca, darte un beso casual
entre
grandes palabras que, cansadas, nos nombran,
si
creen estelar esa nada que alfombran
porque
arda en la memoria de un momento puntual
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