El día que exista
la espera al desnudo delirante
de tus ojos cerrados,
al beso despeinado, la sudor
infinita y el aliento de menta...
Desde ese instante en que exista
ser de esa voz que abandone
silencios y sueños, casi a tientas,
como un amor recién nacido...
Desde el día que la penumbra
pulse en la luz el sentido al mundo,
y haya palabras más hondas
que la vida, resbale la memoria
a sus temblores
pero sin hacernos ningún daño...
El día en que exista el invierno
con nuestro olor a lumbre,
mi patria vague a ti cosida,
pasen las horas lentas
por los siglos sucesivos. Ese día
que ponga en orden su letra,
y no llame a un abrazo milagro,
ni rocen versos el exilio
por no deberlos entender,
ese día que no precipite adioses
y nuestros nombres
intercambien su aroma, ese
día en que todo el mar
que no se pisa
me lleve a tu boca a enmudecer,
ese día, cariño,
que tu acento se meza
en una ola única, y ya no exista
vivir contigo
en mitad de la calle,
ese día
que jamás existió, y funde
al fin
qué es amarse ante los ojos, qué
pronunciar nosotros desde dentro,
qué la sed bajo la luz, qué ser
de dos en dos, qué sentirnos
latido, sangre, infancia...
la espera al desnudo delirante
de tus ojos cerrados,
al beso despeinado, la sudor
infinita y el aliento de menta...
Desde ese instante en que exista
ser de esa voz que abandone
silencios y sueños, casi a tientas,
como un amor recién nacido...
Desde el día que la penumbra
pulse en la luz el sentido al mundo,
y haya palabras más hondas
que la vida, resbale la memoria
a sus temblores
pero sin hacernos ningún daño...
El día en que exista el invierno
con nuestro olor a lumbre,
mi patria vague a ti cosida,
pasen las horas lentas
por los siglos sucesivos. Ese día
que ponga en orden su letra,
y no llame a un abrazo milagro,
ni rocen versos el exilio
por no deberlos entender,
ese día que no precipite adioses
y nuestros nombres
intercambien su aroma, ese
día en que todo el mar
que no se pisa
me lleve a tu boca a enmudecer,
ese día, cariño,
que tu acento se meza
en una ola única, y ya no exista
vivir contigo
en mitad de la calle,
ese día
que jamás existió, y funde
al fin
qué es amarse ante los ojos, qué
pronunciar nosotros desde dentro,
qué la sed bajo la luz, qué ser
de dos en dos, qué sentirnos
latido, sangre, infancia...
y desde ese instante que me enciendas
cada amanecer...
cada amanecer...
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