No es nuevo y nace
de su propia niebla
aquello que nos trae de
repente
un mundo que no conoce
habernos vivido,
que nos acerca el mar,
con olas al viento y ojos de
pez,
posible por su constancia
oral
y los errores que salva,
por el infinito que engendra
la luz
de la vida más hermosa
en la edad y su retorno,
la vuelta a la llama
y a pintar la voz del alba,
la infancia habitable
en la eclosión de su
sombra.
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