El fin del gran poeta el
gran soneto,
levantar con el alma cada
piedra,
siempre afrontado como un
nuevo reto
aunque surja otra flor entre
la hiedra.
Ya pudiera encajar tan bella
rima
a los más bellos, hondos
sentimientos,
y al más logrado al ghetto
lo redima
que no tardará en ser otro
de cientos.
Y es que decir soneto es
decir magia,
ascender a la cumbre del
poema,
al vaivén que su ritmo le
contagia,
al sentido perfecto de su
esquema,
pero aunque mucho roce lo
imbatible
lograr una obra cumbre es
imposible.
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