(Imagen de la red)
Presume
al fin de unos labios,
de
tus labios,
el
deseo de plata,
otro
latir de la sangre que no declina.
Saciado
de imágenes,
crece
en la textura
de
los cielos que penetra,
un
espacio nunca poseído.
Y
habita su vaivén,
principios
del abismo,
su
húmeda apretura.
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