(Imagen de la red)
Del
jardín de la mañana
no
han vuelto a cortar mis manos
más
azul para tus ojos,
otra
luz a nuestros pasos.
Era
el sol hecho palabra,
respirar
bajo su manto,
con
inicios tan risueños,
otras
veces tan opacos,
pero
siempre rey que abría
las
dos puertas a lo amado.
Primero
su diario aroma,
después
el sentir innato,
el
modo de hacer las cosas
de
que cada uno es esclavo,
antes
ver su savia fresca
y
todo luego a su amparo,
sin
ella nada se escribe,
sin
ella la hoja está en blanco.
Adalid
de mil recuerdos,
miles
de horas en los brazos
del
sentir bajo el abrigo
más
hermoso o más amargo.
¡Fuente
del amanecer,
recorrías
nuestros campos,
y
la voz de orilla a orilla
paseaba
por tu tallo!
Hoy
tu mundo está desierto,
sin
ti surge un mundo extraño,
viento
y fuego que en silencio
calcina
el inmenso prado,
toda
flor, y del jardín
hasta
los nuevos milagros.
juanitorisuelorente -
sábado, 20 de febrero de 2016
viernes, 19 de febrero de 2016
SOL Y OTOÑO (9 poemas)
(Imagen de la red)
(9)
Otra hoja caída,
y bajo sus hojas seguimos sin ver el cielo.
El tiempo es una palabra
que entierra la espera, pero ella
sigue su andar ciego. Edificar
los momentos que se pierden es sólo
razón de ser, ya que no ignoran el labio
que abraza lo que ya nos pertenece.
Otra hoja caída,
y no hay regreso afuera, pero sí a los ojos
de adentro, a lo que no cambia
mientras no le dejen hacer otra cosa,
(1)
Hay
océanos
en
la tierra más seca.
Hay
nubes, pájaros, en el silencio
de
allí. Y fina arena
que
tiene rostro tras unos pies
descalzos.
Callan y callan
las
voces, cada vez más débiles,
pero
no paran de hablar
las
necesidades del alma.
Todo
y simple tenerte con cualquier
oleaje.
Un decir sin palabras:
la
lluvia ya vendrá.
(2)
Lo
que se va a toda costa
no
se va así, si este número
ya
no se divide por la mitad.
Uña
y carne practicando ser
en
un universo más amplio, o sea,
la
sangre por los tiempos del corazón.
Sabemos,
y hasta de no querer saber,
y
eso hace fuego del que se esconde.
De
ahí caminos que no se juntan
y
dicen lo mismo, de ahí
el
sol y sus hojas de otoño,
de
ahí, de mí en ti, de ti en mí.
(3)
Adiós,
adiós.
Es
fiesta en la incertidumbre.
Una
calle rota en la esquina,
con
delante sin hacia donde,
y
para qué.
Todo
sigue siendo abismo,
pero
ahora también hace sombra.
Aquí
y ahora
es
otro largo otoño. Veo
sin
esfuerzo, eso sí, todo
desde
tu voz primera, e irrumpe
el
cuerpo que se abre, lo que
no
sé. Tanta belleza.
En
el aire la conciencia pisa
firme,
si volar sigue a modo
descuidado.
(4)
Necesita
otro idioma
un
te quiero de muy lejos.
No
permiten más palabras tantas
muestras
de ternura. En la orilla,
de
tu mano,
hasta
todo se ha dicho. Y
callado
lo vuelve a decir
el
hambre. Un abrazo y un beso
miran
la luz que se abre. Y se cierran
en
una palabra que pronto no respira.
(5)
Este
poema empieza a ser
aunque
aún no se me ocurre nada.
Va
dejando su mudez
no
hollando en el sinsentido, sino
en
pos de tu rostro en mi adentro.
Y
mientras dice qué alcanza a decir
voy
andando hacia atrás sin hacer ruido,
por
lo que hay,
todo
lo que debes ser verdad.
Y
resplandece
lo
que nada mejora:
un
amor desobediente. Así
el
poema acaba
donde
la luz no cesa.
(6)
Entre
olas hola,
y
así respira el desasosiego.
El
sol que viene abraza
el
otoño, y este a septiembre.
Y
todo vuelve a tomar a palabra
que
subraya verte.
Abre
el
ángulo la distancia al beso
que
va y viene en los ojos,
si
crece en los caminos largos.
(7)
A
toda luz, entre la gente,
hay
rincones oscuros en plena calle.
No
se repiten
y
vive silencios el sacrificio. Hay
brillos
que no se ven si van directos
de
corazón a corazón y el resto luce
amistad
como si nada. Y por sabido
se
encuentra amor en las palabras
que
no dicen. A la vista,
a
la intemperie, las almas
se
abrazan, se besan. Son calles
que
aún no van a ningún lado,
tan
solo al mundo entero.
Mendigar
sus instantes
es
lo propio de pobres corazones.
(8)
Todo
y nada dicho
vive
en los alrededores del día.
Una
o mil palabras lo tejen
y
abrigan, dicen. Nada
les
quita el hambre, ni siquiera
saciarse.
Dicho y por decir se alían,
y
sin pararse ni a pensar retoman
el
diálogo a la espera. Sus espacios
en
blanco los llena el cielo que transpiran.
Así
no hay tregua, y a ambos responde
su
ritmo secreto: Te pienso y te digo.
(9)
Otra hoja caída,
y bajo sus hojas seguimos sin ver el cielo.
El tiempo es una palabra
que entierra la espera, pero ella
sigue su andar ciego. Edificar
los momentos que se pierden es sólo
razón de ser, ya que no ignoran el labio
que abraza lo que ya nos pertenece.
Otra hoja caída,
y no hay regreso afuera, pero sí a los ojos
de adentro, a lo que no cambia
mientras no le dejen hacer otra cosa,
si
la lluvia sigue en este otro hoy que pasa.
jueves, 11 de febrero de 2016
MODO DE VER (Soneto)
(Imagen de la red)
Son de un modo de ver tan diferente
que aunque cada uno busque en el detalle
que el amor en sus lunas nos estalle
les suele molestar algo inocente.
A menudo su voz luce silente,
callados magnifican que te falle,
y no existe palabra que retalle
si firme a su desdén se une la mente.
Son de un modo de ver que nos destruye
si sus muros me cierran todo paso
y tan cerca y tan lejos nada fluye,
ellos en todo ven colmado el vaso,
así lo poco tanto les influye
que se cierran asidos al fracaso.
Son de un modo de ver tan diferente
que aunque cada uno busque en el detalle
que el amor en sus lunas nos estalle
les suele molestar algo inocente.
A menudo su voz luce silente,
callados magnifican que te falle,
y no existe palabra que retalle
si firme a su desdén se une la mente.
Son de un modo de ver que nos destruye
si sus muros me cierran todo paso
y tan cerca y tan lejos nada fluye,
ellos en todo ven colmado el vaso,
así lo poco tanto les influye
que se cierran asidos al fracaso.
miércoles, 10 de febrero de 2016
ABANDONO
(Imagen de la red)
Tirada en la calle,
derramada,
otra vez la sombra
que se resiste al paraíso.
Quedan en ella,
en sus ojos cerrados,
lo bueno y malo que pasa.
Allí queda,
tirada en la calle,
toda la sed
a las puertas del desierto,
queda el alma
lejos de tanto corazón,
con la rosa, siempre, acunada en sus
brazos.
Vuelve otra vez
a cerrarse la eternidad,
a ser triste
cada voz que te respira.
Cesa la canción,
y vuelven los pájaros del porqué
a girar y girar desamparos.
Y vuelven muy vivas
las preguntas de siempre,
las verdades de la muerte.
En mi silencio palpitas
y sigue tirada en la calle
la sombra de la lluvia,
la caricia que espera
un mañana de piedra,
aunque hoy diga nuncas
si todo ha acabado.
Allí,
tirada en la calle,
con sangre que no construye vida,
está la sombra de te quiero a mi lado,
y de tanto aún no escrito.
Allí estamos, tú y yo
a cada lado de la calle
y ella, la sombra,
con su luz blanca diciendo basta.
De fondo, sí,
todo con vientos sin respiro
cuidando la copa de plata,
mirando al mundo
que jalea su alfabeto.
Pero lo que más nos importa
sigue sola,
tirada en la calle,
y en sus ojos adioses, frío,
que volvemos a beber.
martes, 9 de febrero de 2016
AMAR, UNA VEZ
(Imagen de la red)
Cuando se pierde el corazón
nada queda irrepetible,
nada que reconozca
que quisiera.
Cuando se destruye el corazón
no hay posible regreso,
con plenitud ama una sola vez
y no lo repite,
porque la vida
no se repite.
Cuando se pierde el corazón
nada queda irrepetible,
nada que reconozca
que quisiera.
Cuando se destruye el corazón
no hay posible regreso,
con plenitud ama una sola vez
y no lo repite,
porque la vida
no se repite.
domingo, 7 de febrero de 2016
LA VOZ QUE LO RESPIRA
(Imagen de la red)
Presume al fin de unos labios,
de tus labios,
el deseo de plata,
otro latir de la sangre que no declina.
Saciado de imágenes,
crece en la textura
de los cielos que penetra,
un espacio nunca poseído.
Y habita su vaivén,
principios del abismo,
su húmeda apretura.
Presume al fin de unos labios,
de tus labios,
el deseo de plata,
otro latir de la sangre que no declina.
Saciado de imágenes,
crece en la textura
de los cielos que penetra,
un espacio nunca poseído.
Y habita su vaivén,
principios del abismo,
su húmeda apretura.
sábado, 6 de febrero de 2016
DESORDEN
(Imagen de la red)
No reprimo el vicio
de ser feliz,
y el modo de amarte
se vuelve historia.
Aprendo
a desnudar cicatrices,
las del pasado que se va,
las de tu mano que resurge.
Aprendo a perderme en el corazón
de una voz que además escucha,
aprendo a dejar salir la luz
de mi rostro de penumbra,
a ser acorde lento que respira libertad,
el vértigo de unos labios, su prodigio.
Aprendo del milagro
que nada deja de mí intacto,
y hace agua la mirada
que se aventura por el lecho de tus olas
donde acaban las palabras.
Y siento ser hoja que cae por un instante,
que se posa en la tierra que germina,
o sangre que escapa,
y siento al cristal que respira,
a los nombres sin piel, ni espalda,
de cuerpos que volando quietos
deciden ser eternos.
Aprendo
si vengo del frío de un país ignoto,
donde el nombre de las cosas
busca el mar como es costumbre
y tiene miedo a desnudarse.
Aprendo, y me cuesta,
si pertenezco al mundo de la lluvia
que apoya su raíz sobre la carne,
en la linde del naufragio,
a la muerte temprana
que se arrodilló por el peso del silencio.
No reprimo el vicio
de ser feliz,
y el modo de amarte
se vuelve historia.
Aprendo
a desnudar cicatrices,
las del pasado que se va,
las de tu mano que resurge.
Aprendo a perderme en el corazón
de una voz que además escucha,
aprendo a dejar salir la luz
de mi rostro de penumbra,
a ser acorde lento que respira libertad,
el vértigo de unos labios, su prodigio.
Aprendo del milagro
que nada deja de mí intacto,
y hace agua la mirada
que se aventura por el lecho de tus olas
donde acaban las palabras.
Y siento ser hoja que cae por un instante,
que se posa en la tierra que germina,
o sangre que escapa,
y siento al cristal que respira,
a los nombres sin piel, ni espalda,
de cuerpos que volando quietos
deciden ser eternos.
Aprendo
si vengo del frío de un país ignoto,
donde el nombre de las cosas
busca el mar como es costumbre
y tiene miedo a desnudarse.
Aprendo, y me cuesta,
si pertenezco al mundo de la lluvia
que apoya su raíz sobre la carne,
en la linde del naufragio,
a la muerte temprana
que se arrodilló por el peso del silencio.
viernes, 5 de febrero de 2016
MEANDRO
(Imagen de la red)
Ya no puedo regresar.
Donde se detuvo
aquel viento,
en aquella huella
en las sombras del árbol
hay huesos
del verdugo que me ignora.
Ya no puedo regresar.
Donde se detuvo
aquel viento,
en aquella huella
en las sombras del árbol
hay huesos
del verdugo que me ignora.
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