Te
aleja un ayer con alas,
y
a tan incierta luz
que
empieza a ser aventura.
En
haber sido despiertan sin piedad
sombras
que apenas duran,
y
que te encauzan al sinsabor de la lucha,
a
un lejano ahora, a su flor,
que
no se abre.
Ese
es el fondo de la tierra,
un
rescoldo negado ya de soles,
un
ayer peregrino bajo la piedra.
Invades
su desnudez implorando su suerte,
y
te arrastras en tu derrota
arrebañando
huesos y memoria.
Niña,
ese fruto que recoge la nostalgia,
al
traerlo a este mundo perece,
abrázame,
que
todo envejece surca puentes en tu rostro,
abrázame,
regresa
despacio a mi ternura.
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