Llueve,
si lo creemos,
porque es nuestra
la sed desnuda.
Cae de repente
sabida más vida
en el frío de la dicha.
Y es su chispa la que nos ciñe.
En el lento callejear,
el mar a ciegas,
sus nuevas olas,
es lo diario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario