Porque
se aprende de todo lo nacido,
sumo
a la vida es principio, es amor.
I
Naciste
a
mí una tarde sin forma de presente,
con
un perfil a trazos de pincel.
Vi
en ti una nube en mi cristal,
y
gotas de lluvia, incluso
en
el tiempo de nuestra hora inmóvil,
y
quedaste impresa en mis ojos ciegos.
Pasaron
años, la rosa es fría penumbra
y
desgracia. La vida mata y pide vivir.
A
tener todo deja una pierna rota.
Creado
el silencio, amanece por decir,
y
los ojos son el agua en la sombra.
Vuelvo
a verte con el rostro desprendido,
derramado
en tus pasos sin huellas
por
lo mas alejado de la tierra,
y
cotejando aquel esponsal con tu mirada
doy
por ti un abrazo a la lluvia.
Voz
a tientas sin destellos de capricho,
esbozo
en el fondo de una noche al despertar.
Lento
fui dorando la tiniebla,
a
instantes de insistente parpadeo.
Las
imágenes me acercan la posesión
de
vivir, y tiemblo ante tu mascara de luna,
ante
el embudo a que somete la pena.
Me
cabe tu aire, y poco a poco tu azul
desgajado,
la tierra que humea; eres
una
voz invisible que mis versos
ya
escuchan, un velo fundido
a
su bola de cristal. Y desnuda
por
pasillos de los sueños dibujo
jardines
sin otoño, y solo con la flor
de
tu nombre. Y de palabras
empieza
a ser el abrazo
de
mi claro sentimiento.
II
Merodeaba
una luz una tarde de plata,
y
un café tensó el arco al sentir veleta.
Tenía
delante la mano besada,
el
rostro que habitaba cada poema,
y
rodeado de acordes de cantera
pisé
el cepo de la magia adolescente.
Abrió
el tiempo del morir naciendo,
de
instantes que abrasaban pasados instantes.
Abrió
el tiempo del debate oscuro,
violentando
la paz del amor sedado.
Quizá,
que alimenta ser, nuncas al ser
esclavo.
Mis ojos cincelaron tus gestos
blancos,
y mis manos los cuidaron con ternura,
fuiste
respirando en cada trazo, nadando
en
el aire a mar de mis sueños,
empuñé
las letras de tu su nombre
y
los reté a batirse en duelo, vivir
morir
siempre al acecho, y pidiendo apenas
que
nada sangre. A solas mira la voz
flagelada,
contigo la voz que aún no responde.
El
amor en el verso no es inmune
a
su latido.
III
Ganando
pasos se viste lo que es de verdad.
Hablar
son olas al oído, y su sentido
no
hace camino al calor de la ceniza.
Yo
no busco nada, tú no buscas nada,
es
mi no no convencido, tu no pensarlo,
en
una superficie de plenitud.
Cada
texto es una rosa roja
a
los ojos festivos de nadie, cada texto
es
una flor que conserva mi ramo secreto.
Escribo
de imágenes fugaces, sobre vicisitudes
de
un corazón a campo abierto,
y
siempre de cada verte la confidencia,
sobre
sensaciones difusas que el amor agiganta.
Te
quiero va creando el collar de perlas,
expuesta
bajo el cristal se atisba
su
palabra, la imagen transparente
que
a tu mirada proyecta. Y así
agoniza
su voz perdida, su ambular
solitario.
Tú acaricias lo no revelado,
y
arrancando pétalos te preguntas soy
a
solas. Eres tú, te digo sin pensarlo.
Rompo
la piedra, y la verdad sangra.
Hacia
tus ojos enciendo lo inanimado,
y
uno a uno vuela a ti es lo que siento.
Hablar
descorre la cortina, nuestro tiempo
vive
ya su juventud.
IV
El
amor viene con manos azules
y
miradas blancas. Nítido,
en
su aparente sinsentido. No martillea
placeres,
y sí pasiones de volver a ser.
El
amor escribe ahora páginas y páginas
y
te ofrece cada rosa roja. Es de ti
cada
imagen pintada, solo de ti cada trazo
de
luz. Tus dudas viven su textura,
los
momentos tienen borrones y chasquidos,
pero
prevalece la esencia en cada firme resurgir
de
los adentros. Andar indeciso, y la virgen
de
plata, amor en el filo del deseo
y
la amargura, pero amor que ya sabe
de
abrazos y besos. Un antes y un después
de
la soledad atada, un nuevo aire entre las flores
y
las cumbres, un delegar al destino
con
acordes de tú y yo. Abrazos y besos
de
segunda vez, naciendo de vez primera.
Nada
es lo mismo en nuestro vivir
de
sombra, todo sabe a día,
a
noche soleada. Todo, de la base
de
siempre a los piélagos diamantinos.
Toma
cuerpo la hora de esperar
si
en su ajuar está ya por siempre
un
amor tan verdadero.
Te
quiero, te echo de menos,
te
necesito, es lenguaje de ojos
por
paraísos del palidecer. Descalzas
promesas
por seguir viviendo.
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